martes, 20 de septiembre de 2011

DE A POCO ME IRÉ


De mis ojos nunca más brotaron lágrimas,
Una sequedad altiplánica me incauta,
El sol impetuoso curte, hasta mi sombra,
¡Sombra mía ya no te dibujas en los prados!
¿Qué fue de ti?, ¿qué hicieron de ti?
Eres el más cruel de los amores…
¡Te arrebatas todo y nada de lo que me queda!
mis brazos marinos,
mis perlas oceánicas,
 que aún
pestañean al mirarte,
mi canto de gaviota dormida,
mi espejo nocturno, donde solía encontrarte.

Frágiles hilos penden de mis extremos
“hoy, me doy pena”
me he vuelto marioneta,
nada queda de mí.
Recojo uno a uno mis cabellos
que flotan sobre tu vereda, recojo mi vestidura
valiente. (Algún día lo fue), mientras me finjo viviente
entre los muertos, lepidóptera nocturna de alas opacas,
deambula, te busca, te huele, te roza.
Nada cambiará
el sigue brillante,
sus ojos aún me penan,
su aliento aún me corroe, su cuerpo también engaña.
su barba no, esa siempre será mía…


Ya no vale la pena, resucitarte entre mis ríos
has de beber todo el vino, que aloje entre mis venas,
has de embriagarte hasta perder la cordura, como yo.
A tu regreso, de rodillas con tu conciencia
depositarás azucenas a mis pies, pero nada valdrá
La pena, comienza tu duelo,
 recién te enteras,
que de este viaje yo  no regreso.  

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